Las células de combustible se encuentran entre las tecnologías más prometedoras y más desarrolladas en el ámbito de la movilidad eléctrica. En la actualidad, ya se utilizan células de combustible para la propulsión de buques, submarinos, vehículos especiales, incluso vehículos de investigación.
Sigue pendiente la gran irrupción de esta tecnología en la automoción del futuro. Para garantizar la calidad y la seguridad de las células de combustible resulta indispensable la reducción en los costes de los materiales utilizados, así como la ampliación del rango de funcionamiento.
En especial, en condiciones de funcionamiento más fríos, las células de combustible son un problema, debido a que durante la obtención de energía, en la reacción del hidrógeno con el oxigeno, se produce inevitablemente agua. Incluso, a temperaturas extremadamente bajas esta agua se tiene que eliminar con seguridad de las células de combustible para proteger, en caso de congelación, las placas bipolares de una posible rotura.